domingo, 17 de agosto de 2008

El acontecimiento

Este ha sido un verano muy aburrido para el periodismo local, cuenta el NYT. A dos semanas del Labor Day, cuando el verano acaba oficialmente en este país, no ha habido ningún acontecimiento destacable en la ciudad: la tasa de criminalidad sigue tan baja que la policía convoca ruedas de prensa para informar de algunos robos de coches en Brooklyn; el absurdamente temido calentamiento global ha concedido una tregua a Nueva York y ha habido temperaturas tolerables; ningún avión se ha estrellado en medio de la calle (y esto no va por el 11-S); tampoco ha habido brotes racistas... Nada de nada. No quiero ser gafe, y por dos semanas que quedan y que me quedan, prefiero que las aguas sigan tranquilas. Este viernes pasado hubo una amenaza de tornado en Manhattan. Y tampoco. Se quedó en eso: un susto para mantenernos a todos los periodistas inquietos (en la redacción los fotógrafos se apelotonaban en la ventana, esperando ese momento). Vaya, que en resumen, este verano será recordado como el verano en el que el Times daba la noticia de que no había noticia. Es decir, que no había acontecimiento. Un notición, la verdad, porque por fin hay un verano donde la alquimia constructivista del periodismo sucumbe a la realidad. Sin embargo, hay que mantenerse alerta: esa noticia no hace más que revelar el insofocable ímpetu teológico del periodismo, el making sense del que hablaba la BBC. Y muestra algo más, sin duda, la cara más descarnada y absurda de este oficio: no hay sentido, sólo pedazos de realidad sin conexión alguna. Así es la vida. Se acabó la ficción. Se acabó la broma. Así que volvamos al trabajo, hay cosas que hacer. Y que pase rápido el verano, antes de que alguien se arrepienta.

Menudo acontecimiento.

Post Scriptum. El post de ayer ha sufrido algunas modificaciones. No hay excusas que valgan.

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